martes, agosto 30, 2005

Se dice de mí

Diálogos que escuché por ahí sobre mí:

-¡Pero Pon* es un tirano terrible!
-Sí, es un tirano. Un tirano adorable.

(Jeje, no me hagan reir que me duele la panza).

*Pon es mi nombre abreviado. No busquen lógica en esto, por favor.

juguetes

Digo yo,
¿quién cuernos diseña los juguetitos para nosotros?
Yo entiendo la buena voluntad de alguna gente pero...¿a quién se le puede ocurrir que un pedazo de goma con forma de hamburguesa puede tener algún tipo de atractivo perruno? ¿No entienden que a nosotros las cosas del mundo nos entra por la nariz y no por los ojos?
Máxima primera: si la hamburguesa huele a goma no es una hamburguesa.
Máxima dos: una hamburguesa no hace ruido cada vez que se la aprieta con la pata.
Máxima tres: ¿no era que no se jugaba con la comida?
Bueno, como sea.
Ese juguetito pierde su tiempo conmigo.

lunes, agosto 22, 2005

Gloria total

El dueño de Anita nos trajo licor Tía María para festejar el reencuentro con su San Bernardo. Así da gusto devolver perros perdidos, je.
Bueno, amigos, ¡salud!
¡Glup!

lunes, agosto 15, 2005

Anita

He tenido unos días agitadísimos. Y todo porque una San Bernardo se escapó una noche de sábado con un celo terrible.
Ya sé, no me lo digan, soy un celoso de porquería. Debería aprender de Peludo que anda ahí con su Cano a cuestas.
Pero es más fuerte que yo. No puedo. No sé compartir mi espacio. ¡¡Y menos con una San Bernardo enoooorrrrmeeee!! Su pata es más o menos mi tamaño. Y si vieran las tortas que nos dejó en la puerta de calle. ¡Uf! Sólo a mi dueña se le puede ocurrir aparecer con un perro de tamaña magnitud esperando que yo lo acepte. Pero no hubo nada que hacer pues allí estaba, husmeando en el jardín. No la culpo, yo hice lo mismo hace cinco años (ver primeros posts de este blog). Pero yo lo hice primero. Yo. ¿Quién se cree ella?
Fue una carrera contra el tiempo. La encontraron mi dueña y el despeinado cuando salían de la casa. Ahí nomás trataron de ver si tenía alguna medallita con alguna dirección. Pero no tenía nada, sólo un pequeño collar. Ni señales de quiénes eran sus dueños. ¿Por qué no nos ponen medallitas a todos, eh? Así sería mucho más fácil encontrar al dueño, saber cómo se llama el perro...
La perra esta estaba alzadísima. Dios mío, se la olía de lejos y le levantaba la cola a cualquiera. Hasta yo me puse un poco, bueno, ya saben. Pero se me fue enseguida, eh. La furia y el miedo de que se quedara estaba primero.
Luego de dar varias vueltas y dejar el teléfono en un kiosco y en la garita de vigilancia la pusieron a dormir en el jardincito de adelante que ahora tiene rejas altas.
No les puedo explicar la impotencia. El único ojo que tengo se me quería saltar de la órbita.
Mi dueña me explicó que la perrita (¿¿la perrita ese cacho de mastodonte??) estaba perdida y que no podíamos dejarla en la calle porque además estaba en celo. Y que mañana o pasado encontraríamos al dueño (¿¿cómo alguien puede perder un San Bernardo??).
Bueh.
Al final tenían razón. El domingo el dueño de "Anita" (sí, se llamaba Anita) se contactó con nosotros y vino enseguida a buscarla. El reencuentro fue increíble. Anita parecía una cachorra de lo feliz que estaba.
Y, claro, yo también me puse feliz. Cada uno por razones diferentes.
Je.

lunes, agosto 08, 2005

Seres pequeños

Hubo mucha fiesta este mes.
Y mucha gente.
Siempre que viene gente me pongo nervioso. No sé qué sensor se me dispara y ¡zaz! empiezo a ladrar y a poner cara de pocos amigos a todos los que vienen. Es que muchos de ellos son maleducados y ni me registran, cosa que me pone de peor humor. ¿Cómo es que no pueden saludarme al menos? Nadie dice que tienen que levantarme en brazos como lo hace ella y cubrirme de besos. No pido eso. Simplemente ser tomado en cuenta. Esta gente no entiende nada y juega con mi autoestima como en un subibaja.
Para colmo en estas reuniones proliferan estos seres que son humanos pero más chiquitos. Aún no hablan. De hecho, creo que yo me hago entender mejor que muchos de ellos. Estos seres pequeños vienen y acaparan toda la atención. Pegan unos berridos insoportables que si yo los hiciera me pondrían de patitas en la calle (bah, en el patio). Pero con estos seres no. A estos los acunan, los miman, los calman. Nunca pero nunca se enojan con ellos.
¡Agh!