miércoles, noviembre 30, 2005

Regreso

Los Rossi han vuelto de Brasil.
La casa se llenó de ropa revuelta y el lavarropas ya no da abasto. Ahora están todos amuchados en la cocina parla que te parla con mate, pava de la abuela y medialunas de la Vicente López (no cualquier medialuna, ¿eh?). La han llamado a Florcita que sigue excitada por la función del sábado, parece. Florcita, cuidate, que ahora que sabemos postear fotos vamos colgar algunas de la función por aquí.
¿Les gustó mi perfil?
Alguien en alguno de los comentarios elogió el corte de pelo.
Les voy a contar la verdad.
Yo no tengo ningún corte de pelo. Cuando lo tengo largo me pelan y cuando me pelan me lo dejan largo. Eso que ven ahí es un estadío de la cuestión.
¡Salud!
Esto sí que fue una fiesta, ¿eh?

lunes, noviembre 28, 2005



Y después dicen que no me toman en serio.
Han trabajado, ¿verdad?
(el mate y la pava nunca faltan, Verdi)

domingo, noviembre 27, 2005

album familiar

En este blog nunca antes se habian subido fotos.
Hasta ahora.
Es que mis Rossi no son muy ordenados. Yo estoy de acuerdo con eso de que la tecnologia ayuda a alguna gente. Pero tambien estoy convencido de que a otros los pierde. ¿Adivinen a que grupo pertenecen mis pequeños benefactores?
¡Adivinaron!
Pero alli estan. Desde hace DOS HORAS intentando ponerse de acuerdo en como subir algunas fotos mias a este blog.
-¿Donde estan las fotos de Panchito?
-Mezcladas con las del viaje a China, obvio.
-¡No puede ser!
-Uy, mira, ¡ahi estas vos cantando en el Empire!
-¡Pero de donde salieron estas fotos!
Y asi...
La verdad es que me dan ternura.
Me han dicho: ¿como es posible, Panchito, que tus lectores no conozcan tu magnanimo perfil de emperador chino?
¿Como es posible?
Yo no lo se, les respondi. Ponganse de acuerdo ustedes y no me molesten.
Que lo mio son las palabras.
Y hoy es domingo (dia de roer huesitos, hiuuupiii).
Asi que con ellos los dejo.
Que trabajen, che.

miércoles, noviembre 23, 2005

De fiesta

Hace un tiempo, en este blog, escribí sobre los mapas. Mi dueña me explicó lo del océano de agua, los continentes, los aviones y la internet que permitía acortar todo tipo de distancias. Así fue como me adentré en el mundo de todos ustedes. Conocerlos fue una experiencia de la cual todavía reflexiono en mis tardes de estanquecito y luna.
Una de esas tardes se apareció el Nano por mi jardincito.
-Che, Panchín, ¿y si nos vamos a la gran fiesta del Verdi?
Al principio me asusté. ¿Qué hacía ese perro en mi jardín? Lo miré con mi único ojo de pirata azorado.
-¿A la fiesta del Verdi?
-¡Claro, tonto, no viste que cumple años!
-Pero, ¿a vos te parece que yo vaya así, con esta facha de demodéxico?
-Si se te ve bárbaro, che, un poquito menos de pelo ahí en el pompón de la cola pero bueh. Con pompón o sin pompón tenés que venir.
-¿Va Camila?
-Obvio que va. ¡¡Es nuestra corista!! Y vos nos tenés que cantar algún tangacho.
-¿Y vos? Mirá que vos sos más porteño que yo, che.
-No, bolú, yo voy a tocar el piano.
-Ah.
Y ahí me convenció. Eso sí, antes fuimos al rosal tan lindo que tienen los Rossi y cortamos algunas rosas rojas que perfumamos con algunas de las lavandas. El vuelo fue tranquilo aunque yo estaba con un miedo de locos. No se lo dije al Nano pero creo que se me notaba en la cara. El Nano sacó una foto donde estamos los dos ahí. ¡¡Hasta se ve el ramo de flores!! ¡¡Grande Nano!! Este Nano es un valiente.

La fiesta fue un escándalo de divertida. Pero eso no lo cuento que ya todos saben que hizo cada uno, ¿verdad?

Y otra vez, desde aquí, ¡felicidades, Verdi!

martes, noviembre 22, 2005

Hasta la vuelta

Aquí hay gato encerrado.
Esas valijas en el medio del living y que ella y el despeinado se hayan venido un domingo a la mañana a tomar mate a lo de los Rossi no me dejan dudas.
Mamá y Papá Rossi se van de la casa por vaya saber cuánto tiempo.
Yo no sé contar el tiempo con el calendario de los humanos. Cuando alguno de los integrantes de esta casa se va a trabajar, a hacer las compras o de paseo para mí es como si las horas se multiplicaran. Por eso, cuando vuelven, los saludo con fiestas y pido que me alcen y me festejen. No es que tenga "corta memoria", -como sé que andan diciendo por ahí-. No. Yo tengo una percepción del tiempo distinta, casi diría "perruna".
Esas valijas me dicen, además, que estos dos se van a tomar un avión. Son las típicas valijas de tomarse un avión.
Yo me voy a sentar en las valijas a modo de protesta.
Eso.
Así.
A modo de almohadón.
No me molesten.
¡No me molesten, che!
Bueh.
Váyanse, nomás.
Pero conste que se van porque yo los dejo.

miércoles, noviembre 16, 2005

No es Katrina pero...

¿Quién dijo que en el verano era todo jauja?
Se largó la lluvia, señores. Un vendaval de lluvia y hojas entró al piso living alfombrándolo. Nosotros estábamos cómodamente instalados en la piecita del fondo cuando escuchamos a Mamá Rossi gritar: ¡Vengan! ¡Vengan! ¡Que se inunda la casa!
¿Y nos les digo que estos dos pelafustanes me dejan encerrado en la piecita del fondo?
Al rato, mi ausencia los confunde. ¿Y dónde está Pancho?, se preguntan.
¿Dónde?
¡Ja!
¡Acá estoy, pedazos de bestias!
¡¡¡Me encerraron en la pieza del fondo!!!
¡¡¡¡¡¡Vénganme a buscar!!!!!!!

lunes, noviembre 14, 2005

Claro de luna

Es de noche y yo me relamo mis pequeñas fauces. Estoy recostado sobre el dulce pasto un poco húmedo por el rocío de la tarde. El estanquecito ya está lleno. La luna lo ilumina y le da un cierto color turquesa.
Todo es muy bello y yo, relamiéndome los restos del asado del domingo, pienso en mis cosas.
En eso, llega ella.
-Panchito ¿qué hacés acá solito?
La miro y no muevo ningún músculo de la cara.
-Qué raro está Pancho... -escucho que le dice al despeinado.
Yo digo, cuando ella se va sola a algún rincón nadie le dice nada. ¿Es que acaso nosotros no tenemos derecho a un poco de privacidad también?

miércoles, noviembre 09, 2005

Pensamientos

Mi dueña leyó por ahí que:

El pequinés proviene de China, país donde era considerado la encarnación del legendario perro Fu, y se utilizaba con el fin de ahuyentar los malos espíritus. Por ello, los pequineses tenían un rango divino, hasta el punto de que a su paso los plebeyos debían inclinar la cabeza y el hecho de robarlos era castigado con la pena capital.

Asimismo, a la muerte de cualquier emperador, sus pequineses se sacrificaban con la creencia de que así podrían protegerles en la otra vida.

Brrrr. Qué bueno haber emigrado...

lunes, noviembre 07, 2005

Demodexia

Yo les avisé que mi vida era medio complicada, ¿verdad?
Verán, yo no puedo irme de paseo como Verdi, ni visitar lugares exóticos como Buffy, ni tener una linda hembrita como Rufus, ni procrear. ¿Y saben por qué? Pues tengo el sistema inmune deprimido. Parece que nací así, desde siempre, fallado (lo del ojo es otra historia, eso me lo busqué yo solito, jeje).
La demodexia, mis amigos, es una especie de sarna que comenzó cuando yo era muy pequeño. Parece que en realidad todos la tenemos pero sabemos defendernos de ella. Lamentablemente no es mi caso. Yo -literalmente hablando- casi me muero de esta sarna. No voy a dar detalles porque no quiero asustar a ningún lector mío pero sepan que fue muy mortificante. Para que entiendan lo grave de la situación, según mi veterinario, muchos dueños llegan a sacrificar al perro si llega a tales condiciones.
Pues a mí no me sacrificaron.
La enfermedad nunca se fue del todo aunque, gracias a distintos tratamientos y cuidados, nunca volví a tener el estado alarmante de la primera vez. Está latente en mí ya que esos bichitos viven en mi piel y cuando me agarran con las defensas bajas, ¡zaz! me aparece un agujero de pelo en alguna parte del cuerpo, o bien, en las patas, o bien, en la cara.
Ya mis dueños me conocen y saben.
Si me ven lamiéndome mucho enseguida me revisan, nunca me dejan el pelo muy largo (¡con lo lindo que me queda! ), y además está ese olor tan característico de la enfermedad que aunque no haya aún ningún rastro en la piel sabemos que la demodexia ha vuelto a poner sus garras en mí. Y una vez que logra ingresar en mí yo ya no puedo defenderme.
Intentaron de todo: ungüentos, pastillas, hasta un tratamiento homeopático para levantar defensas. Todo duró un período de tiempo hasta que venía la siguiente recaída.
Ahora ya saben que es así.
Que yo soy un demodéxico de por vida y ¡paciencia!
Por suerte nunca volví a tener la piel en carne viva y ahora con el tiempo se me ha vuelto mucho más leve. Una cosita de nada. Pero debo cuidarme. No puedo salir a pasear en lugares muy públicos pues la calle está llena de peligros y yo soy alérgico a todo (ahora entienden mi odio a los gatos y sus pulgas pues mis recaídas se deben muchas veces al contagio de pulgas). Algo que para cualquier perro puede ser un simple rasguño en la piel para mí es simplemente un portal abierto para la demodexia. No puedo procrear pues mi sistema inmune de porquería se hereda y yo no quiero que ningún hijo mío sufra de esta horrible pesadilla.
Y ya basta de hablar de cosas tan tristes.

Malos días

Ayer vinieron unos tipos muy sucios a armar despiole en el jardín. No entiendo a los humanos, yo les pongo cara de pocos amigos y ellos vienen igual diciendo "cuchi cuchi" y todo eso. ¿Es que no entienden que ellos son los extraños y que yo estoy cuidando la casa? Se pusieron a hacer un ruido muy molesto ahí justo adentro del estanque vacío. Me espantaron todos los pajaritos, por supuesto, y para rematar ¡tengo otra vez demodexia!
Ayer, definitivamente, no fue un buen día.

martes, noviembre 01, 2005

Analfabeto

He destrozado pocas cosas en esta casa. La mayor explicación se debe a que el destrozado era yo (mi maldita demodexia, la historia del ojo y otras complicaciones) y debía curarme. Además los pequineses estamos para otra cosa. No nos interesa eso de andar mordisqueando las medias sucias del señor ni las flores del jardín de la señora (aunque para romper flores estaba la princesa collie de la cual ya les hablé en posts anteriores).
Es cierto que nosotros "larveamos"-como diría Toro, el dueño de Juliana- como cualquier otro perro de clase media (porque los perros de clase alta están siempre al borde del surmenage) pero cuando nosotros "larveamos" lo hacemos con una dignidad seria, una majestuosidad serena y hasta envidiable.
Pero sí. Alguna vez he dejado salir mi espíritu destrozón.
Una vez.
Y no tuve mejor idea que hacerlo con un libro que habían dejado sobre la mesita ratona (Sepan, ustedes, lectores humanos que nunca deben dejar cosas curiosas al alcance de nosotros, los perros).
El librito era muy simpático. Tenía un olor raro, como de viejo, estaba algo amarillo y tenía las puntas dobladas. Y ella lo había estado mirando por largo tiempo acostada en el sofá. Sí, aqui viene el dato importante: sépanlo, ella adora los libros.
No sé bien por qué.
No se pueden comer,
no se pueden morder,
no se puede jugar con ellos.
Algo deben tener pues el efecto que produce sobre los humanos es claramente hipnótico.
Bueno, en fin, lo habían dejado allí: a mi alcance.
¿Qué podía hacer?
Me subí arriba de la mesa (era una mesa ratona) y lo miré fijamente durante un buen rato. Pero nada pasó. Luego acerqué mi hocico para husmearlo bien (ya saben , a los perros el mundo nos entra por la nariz) pero lo único que sucedió fue que estornudé como cuatro veces. Lo lamí pero el contacto era áspero y el gusto, puaj, asqueroso. Lo intenté abrir con una pata pero no lo conseguí. Intenté abrirlo con la boca pero mis dientes se clavaron sobre la tapa y rasgaron una de las puntas.
Desesperante, ¿no?
Pasé un buen rato intentando abrirlo pero quedé estupefacto ante un millar de cagaditas de mosca (después me explicaron que eso eran letras). Por más que lo intenté no logré descifrarlo. Descubrí que no soy un buen investigador y encima, para colmo, la impaciencia me puede. Ante esas cagaditas me enfurecí. Y ya saben ustedes qué pasa cuando un pequinés se enfurece.
Lo lamento tanto, Florcita.
Yo no sabía que las Rubaiatas de Omar Khayyám podían ser tan importantes.