jueves, junio 30, 2005

La historia del ojo

No. No quiero. No la voy a contar. No quiero. No quiero. No quiero. No quiero.
Me impresiona.
No quiero. No quiero. No quiero.
No quieronoquieronoquieronoquieronoquieronoquiero.
Buaaaaaaaaa.

miércoles, junio 29, 2005

Reflexiones

En la calle aprendí lo riesgoso que era todo.
Había perros demasiado grandes buscando comida y gatos con uñas muy afiladas. A mí las patas que tengo no me sirven para casi nada salvo para ser simpático. Por eso odio a los perros grandes ( sin ánimos de ofender, Rufus, con vos no es la cosa, amigo). Pero lo cierto es que la pasé tan fiero que cuando veo a un grandulón me le tiro al humo enseguida. Mi dueña me dice que soy un inconsiente y puede que tenga razón. Soy pequeño pero tengo carácter. De no haber tenido carácter ahora no estaría vivo. Fue ese carácter el que me salvó de la calle y de la muerte. Y el que hizo que se me perdiera mi bonito ojo.
La historia del ojo nunca la cuento. Hay mucha gente fácilmente impresionable rondando en la internet.
También en la calle aprendí de hembras. Y al que diga que no que lo parta un rayo. Todas valen. Aún para nosotros los más pequeños. Nunca subestimen a un pequinés. Nunca (no sé si me explico).

Ahora me voy a comer mi ración del día.

P.D: Ah, Juliana Perrolis, me dejaste enamoradísimo.

Sale el sol

¡Albricias!

Hoy se levantó de la cama y me saludó con voz alegre. Aún no ha salido a trabajar. Mejor. La tengo toda para mí. Mientras escribe sus cosas importantes yo me siento abajo de sus pies. Me gusta sentir sus pies. No sé por qué pero es así.

lunes, junio 27, 2005

Bella durmiente

Esta casa huele a menta, manzanilla, eucaliptus.
El viernes mi dueña llegó de la calle y ni fuerzas para levantarme. Me puse en dos patas y nada. Sólo me sonrió diciendo, bueno, bueno, Panchín, después. Y ese "después" no llegó. Se sumergió en un sopor de sueño y efluvios que salían de su boca y nariz. Ni siquiera dijo que no cuando me subí a su cama y me acomodé a su lado. Me abrazó fuerte temblando, como queriendo espantar alguna herida fuerte. Pero no había sangre. Sólo se olía una sudoración fuera de la común. Inspeccioné un poco la habitación: sus papeles, las carpetas apoyadas en el suelo, la ropa de trabajo. Todo parecía normal. El olor provenía de ella. Dormida.

miércoles, junio 22, 2005

Pulgoso

¡Oh, me leen!

Ahora pondré más empeño en escribir mis historietas. Es toda una responsabilidad, che.

Por ahora sólo diré que en estos días me muero de frío. Y no hay peor pesadilla para un perro que la peluquería. Para colmo me agarré pulgas. Y ya sabemos lo que es eso: baños antipulgas, una gota horrible con olor a insecticida en el cuello (ya sé, mis detractores dirán ¿qué cuello tenés vos?) y que mis dueños no quieran hacerme mimitos. Y niditos de pulgas en la alfombra mezclado con el temor de un posible ataque demodéxico.
Soy un pobre paria, la verdad.
Menos mal que al solcito se me olvidan todos estos problemas y sueño que soy un perro cazador de nariz grandota y patas cortitas y rápidas.
En mi sueño atrapo cuanto pajarito se me cruza. Y mi dueña no grita horrorizada ¡que hacéeeees Paaaanchoooo! sino que me dice: "eso es mi buen Pancho, eso es".

viernes, junio 17, 2005

¿Nadie me lee?

Estoy convencido de que nadie entra a esta página. Ni siquiera mi dueña. De modo que puedo hablar mal de todo el mundo y nadie se va a dar cuenta. No está mal aunque bueno, hablar mal de alguien en el caso de un perro como yo puede ser un poco aburrido. ¿Qué es lo que voy a decir? Mis broncas son pocas y muy bien infundadas. Así que:
¡A otro perro con ese hueso!