martes, mayo 29, 2007

¡Bajo cero!

¡Pucha qué frío polar!
Y yo sin bufanda. Yo sin sobretodo. Yo sin medias de lana. Yo sin nada más que mi pelo que ahora está largo, no como en esa foto que pusieron mis dueños ahí arriba.
Donde hay un paño, una camisa, un felpudo: ¡ahí estoy yo!
¿No sabían? Amo los felpudos de lanita. Aquí nadie puede limpiarse los zapatos porque todos los felpudos en realidad son míos.
Y sí. Los felpudos y la estufa: ¡algo contra el frío hay que hacer!

domingo, mayo 27, 2007

Me puse filosófico

Supongo que forma parte del tiempo, culpable de las canas que me están creciendo justo abajo de la barbilla. Porque, epa, qué les pasa, yo tengo barbilla. Algo bueno tengo que tener, muchachos. Ustedes tienen muso, yo tengo barbilla. Ni les cuento lo que daría yo por tener un muso como el de ustedes para rascar la tierra y escarbar con el diente pero nací pequinés y moriré pequinés con barbilla. Hay un cantautor cubano (ahora no me acuerdo como se llama) que dice: "siempre hay quien quisiera ser distinto, nadie está conforme con lo que le tocó".
Y sí. Me puse filosófico.
No sé si en otras partes del mundo pasa pero acá, en este punto del planeta donde me tocó nacer, los humanos no son muy amantes de los pequineses. Hay como muchos prejuicios. Que somos insoportables, poco amigables, perritos falderos y no sé que otras huevadas más.
Patrañas.
Mentiras.
Vengan los que dicen esas cosas y lean este blog. Después me cuentan.
Hoy, sin embargo, me puse a pensar en lo de la flor de loto.
No sé si ustedes conocen la flor de loto.
¿No? Pues es hermosa.
Es una flor blanca, purísima que crece en los pantanos. Sí, toda una contradicción. ¿Cómo hace esta flor blanca para seguir blanca si está rodeada de aguas putrefactas?
No se rían pero yo alguna vez me sentí un poco como esa flor.
Les voy a explicar por qué.
Imagínense que llegan a un lugar. Saben que se van a morir. Lo saben, lo sienten. Nunca se han sentido tan mal en sus vidas. Entonces, decía, llegan a este lugar sintiendo que los gérmenes y otros bichos ya han comenzado su trabajo de putrefacción. No les queda ni un gramo de salud en el cuerpo. Nada. Sólo los ojos y fuerza para mover un poco el rabo en señal de agradecimiento por un poco de agua o de pan.
Imagínense la repulsión de los otros. La lástima. La compasión. El miedo.
Y de pronto alguien nos ve. Nos ve entre el barro y las aguas putrefactas. Nos ve purísimos. Nos ve hermosos.
¿No es como divisar una flor de loto en el río de la vida?

viernes, mayo 11, 2007

Otoño

Ya estoy viejo.
Tengo mi barba blanca y duermo frente a la estufa. Casi no me muevo.
Mi dueña me levanta para hacerme mimitos y me duelen las patas de adelante. ¡Con lo que me gusta que me levante! Siempre estoy al borde de morderla pero se me pasa enseguida cuando me aprieta contra su pecho y me da besitos en el hocico.
Ayer me hizo masajitos en las articulaciones.
Y yo ronroneaba.
¿Pueden creerlo?
Me estoy transformando en uno de esos gatos gordos que duermen al calorcito.
La vejez es una cosa terrible, amigos.
Me voy a comer mi carne picada.