miércoles, enero 24, 2007

Mutuo

Papá Rossi está de viaje y como a Mamá Rossi no le gusta quedarse sola me deja dormir en su misma habitación.
Es un acuerdo tácito que tenemos.
Ella se va a dormir y deja la puerta entornada. Al rato entro yo y me ubico abajo de su cama. Desde ese rincón oscuro siento que la protejo.
(¿que la protejo o que ella me protege?)
Creo que es algo mutuo.
La verdad no sé qué harían estos humanos sin mí.
(porque yo no sé qué haría sin ellos)

martes, enero 23, 2007

Alla lejos y hace tiempo (bis)

Claro que después comprendí.
Yo soy un perro enfermo. Un perro que cada tanto se agarra esta maldita enfermedad: la demodexia. Y eso es porque me bajan las defensas o vaya a saber uno la causa. Lo cierto es que no puedo salir mucho y debo conformarme con esta porción de tierra que los Rossi poseen. Nada de andar con correa, de salir a mear en los arbolitos, de husmear la caca de los otros porque ¡zaz!, foco de infección y chau pinela, me agarro la sarna esta que no se va con nada.
Entonces claro, ahí comprendí. No sólo el departamento de ella era chiquito... sino que había que sacarme afuera para que yo hiciera las necesidades de todo perro.
Porque miren que yo soy chiquito chiquito chiquito, eh.
Eso de "no hay lugar" me parecía raro. Si al fin y al cabo no hay como el pequinés para un departamento.
De hecho, después mi dueña me contó que por el barrio había visto un montón de pequineses pululando con sus dueñas todas emperifolladas.
Ella no es de esas dueñas "emperifolladas" pero le hubiera gustado tenerme ahí con una correita, caminando por el barrio, mostrándome.
Porque les voy a decir algo, en este barrio de provincia no hay pequineses. Acá todos tienen unos perros enormes.
Unos perros que dan miedo de lo grandes que son.
Igual no se fíen. Los perros grandes también son más buenos... Ustedes vayan con cuidado cuando vean a un perro muy chico porque somos cabrones cabrones. Es un consejo que les doy, háganme caso.

Un diálogo con mi dueña allá lejos y hace tiempo

Un día ella se fue. Sí. Así se los digo. Se fue. Se fue con un montón de cajas y valijas y más cajas y valijas. Y eso que yo me senté en todas las cajas que pude, eh. Desarmó su habitación y se llevó todo: sus libros, sus discos, su ropa, sus artesanías, sus instrumentos, su presencia.
Todo.
Todos menos a mí.
¿Y yo?, me preguntaba.
Yo soy de ella. De ella, de ella, ella me eligió, me sacó de la calle junto con el hermano y el Despeinado.
Ella me sacó las pulgas, la sarna, me limpió la cicatriz del ojo, la suciedad del alma.
-¿Y yo?
-Y vos nada, Pancho. Vos te quedás acá, con Papá y Mamá Rossi.
-¿Por qué?
-Porque a donde voy yo no hay lugar para perritos como vos, no te va a gustar vivir en un lugar tan chiquito.
-No me importa, no me importa, no me importa.
-Claro que sí te importa. Ahora decís eso porque estás enojado y con pena pero a la primer semana te querrías volver. No aguantarías.

Mirá ese jardín enorme, todo tuyo, para cazar tus pajaritos, para perseguir a tus sapos, para charlar con Blanquita y chumbarle a la luna.
Mirá tu ventana del living para ladrarle a los vecinos, a los perros que pasan, a la gente que camina.
Mirá el sillón de tres cuerpos donde te pegás unas siestazas de aquellas.
Mirá tus rincones, tus lugares, a mamá y papá Rossi que se quedan solos...¿quién va a cuidar de ellos?

(Pausa)

-¿No se pueden cuidar solos?
-Y a vos que te parece.
-Mmmmnh, puede ser. No es bueno dejarlos solos.
-Y no.
-Entonces, ¿me quedo?
-Y sí.
-Pero vos vas a venir.
-Siempre voy a venir.

domingo, enero 21, 2007

Aclaración

Les tengo que andar explicando todo.
La que se muda es mi dueña.
Yo no.
Yo me quedo aquí con los Rossi y ya no me muevo de esta casa.
Los que se mueven son los hijos de los Rossi que van, vienen, se mudan, se desmudan, en Capital, en provinvia, con balcón, sin jardín, con jardín, sin balcón. Y así.
Hasta Lucho se consiguió un gato para su depto y yo no dije nada. Ni siquiera gruñí.
Yo hace rato que me quedé aquí con los Rossis padres.
Los Rossis hijos se han ido pero qué tanto, siguen siendo mis dueños. Y cuando vienen aquí, ¡qué fiestaza que les hago!