domingo, mayo 04, 2008

Idilio

¿No ves que es mía?




¡Perdiste!

viernes, mayo 02, 2008

mudanza

Si les tuviera que contar todo lo que pasó en estos días no sabría bien por dónde empezar. En principio me mudé con mi dueña Flor. Pasa que Papá Rossi se fue a China y después Mamá Rossi se fue con él a encontrarse a París. O algo así. No entendí muy bien porque yo soy un perro y no ando mirando mapas. La cosa es que me quedé solo en la casa enorme y Florcita, que no estaba de humor para ir y venir, aprovechó un feriado para traerme a su casa y hacerme "la adaptación", como ella le llama.
La casa de mi dueña es más chiquita que la de sus papás Rossi. Y además está el Despeinado. Es un problema lo del Despeinado. Porque no es que yo no lo quiera, de hecho, me cae bien el tipo. Sólo que mi dueña es mía. ¡Mía! Es lógico que si al Despeinado se le ocurre abrazarla yo me ponga a ladrar como un desaforado. Igual ya me acostumbré. También me acostumbré a estar solo. Al principio andaba como un perrito faldero buscando a mi dueña por todos los rincones de la casa. Pero ahora ya no.
Lo mejor, creo, fue lo del almohadón.
Resulta que yo tengo debilidad por los sillones. Y mis dueños también tienen debilidad por los sillones. Y esas dos debilidades no van juntas, créanme.
Por eso, si me ven subiéndome al sillón, me gritan que me baje. Ya en la casa de los Rossi se resignaron y simplemente tiraron una manta encima del sillón del living que tiene como mil años. Pero acá el sillón es un poco más alto, además es nuevo y yo estoy más viejo y con las patas dolientes. Así que mi dueña optó por envolver un enorme almohadón en una sábana vieja y voilá! ya tengo cama al ras del piso. Yo me ahorro el saltito incómodo de tener que subirme al sillón y ella se ahorra tener que soportar mi olor impregnado en su nuevo sillón.



Yo en mi nuevo almohadón



Yo entregado al dulce sueño